Cultura preventiva: una asignatura pendiente
Cada día nos sorprenden noticias en los medios de comunicación que muestran las excentricidades y locuras que hacen pequeños y mayores, y que luego se publican en las redes sociales. Vemos imágenes de todo tipo de imprudencias: personas conduciendo de forma temeraria, haciéndose selfies en lugares peligrosos o protagonizando auténticas barbaridades.
Quizás ya va siendo hora de que alguien empiece también a denunciar todas esas publicaciones en las que aparecen operarios trabajando sin ninguna medida de seguridad, manipulando protecciones de máquinas o mostrando “trucos” para esquivar los sistemas de seguridad más complejos.
Mientras algunos nos rompemos la cabeza cada día para fomentar una cultura de seguridad laboral, otros enseñan cómo saltarse las normas. Y lo más grave: las administraciones lo observan, lo permiten y, a menudo, hasta se ríen de ello.
Tal vez, al final, lo mejor será rendirse y dejar de esforzarse, mientras las administraciones siguen con su labor ineficiente, sin planificación ni visión de futuro.
Si no se empieza a planificar seriamente una política pública que cree una cultura preventiva y forme a las nuevas generaciones de personas trabajadoras, el desastre está servido —y en bandeja de plata.








